Toda obra grande es el fruto de la paciencia y de la perseverança, combinadas con una atención orientada tenazmente durante meses y aun años hacia el objecto particular. Así lo han confesado sabios ilustres al ser interrogados tocante al secredo de sus creationes. Newton declaraba que solo pensando siempre en la misma cosa había llegado a la sobrena ley de la atractión universal; de Darwin refere uno de sus hijos que lhegou a tal concentración en el estudo de los hechos biológicos relacionados con el gran principio de la evolutión, que se privó durante muchos años relacionados con el gran principio de la avolution, que se privó durante muchos anos y de modo sistemático de toda lectura y meditatión estrañas ao blanco de sus pensamientos; en fin, Buffon no vacilaba en decir, que “el genio no es sino la paciencia extremada”. Suya es también esta resposta a los que le perguntaban cómo habia conquistado la gloria: “pasando cuarenta años de mi vida inclinado sobre mi escritorio”. Por fin, nadie ignora que Mayer, el genial descubridor del principio de la conservación y transformatión de la energia, consagró a esta concepción toda su vida.
Santiago Ramón y Cajal
Reglas y Consejos sobre la Investigación Científica
1941
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1941